jueves, 20 de agosto de 2009

New York - Día 8 - (2ª parte)

Bailando con... leones
Public Library - Lion King

Una vez completo el itinerario, tuve un pequeño presentimiento. Como ya expliqué en días anteriores, me había quedado sin entradas para el Rey León. Pero basta que no pueda hacer algo, para desearlo con todas mis ganas. Así que ni corta ni perezosa me dirigí de nuevo (¿por cuarta?¿quinta vez, quizá?) al teatro para conseguir mi entrada. Además, esta era mi última noche en NY. No había más posibilidades.

Efectivamente cuando llegué a Times Square, el señor de la entrada me dijo que no habían localidades para esa noche, únicamente quedaba alguna de 199USD. Supongo que debí de poner mucha cara de pena porque decidió ir al chico de la taquilla a confirmarlo, el cuál le indicó que estaba todo agotado, pero que introduciría los datos por si acaso... 1 entrada de 129USD, la única que quedaba de ese precio. Centrada en uno de los laterales de la fila 7 de platea. La compré. Me había gastado 76€ hacía unos meses para ver el musical de La Bella y la Bestia en Barcelona, así que gastarme 89€ para ver el del Rey León en Broadway no me pareció tan disparatado. Sin duda de las mejores decisiones que he tomado. Eso sí... no pude mirar a la cara a la pareja que entró justo detrás mío y a la que oí quejarse mientras yo salía del teatro con mi entrada en la mano... Lucky girl!
A los que estáis preocupados porque Nekrolite no tenía entrada... él no quería venir desde el principio, así que no le importó.

Decidí comer por allí (eran ya las 4 de la tarde) y me decidí por un último bocata en Subway. Allí me senté en una de las mesas que daba a la calle, me pedí el bocadillo, me puse mis cascos... y por un rato me convertí en una neoyorkina más.

Una vez recargadas las pilas, me planteé ir hacia la Estatua de la Libertad, pero en cuanto vi el calor que hacía en la calle, pensé que prefería ir a un sitio que no fuera al aire libre, así que fui caminando hacia la Biblioteca Pública. Casualmente me encontré con el edificio del New York Times.

Desafortunadamente, la Biblioteca tenía el exterior en obras, una pena, porque es un edificio magnífico... y por dentro mucho más. Las salas son de altos techos y muchas de ellas tienen arcos decorados. Tiene varias plantas y es fácil perderse (yo lo hice).
Me habría gustado llevar un portátil para ponerme en la sala de los ordenadores (es decir, mesas donde cada uno se ponía con su portátil) y teclear cualquier cosa. A malas, saqué mi libreta prestada de Muji y escribí los eventos del día. El problema es que en algunas salas es difícil concentrarse porque hay mucho turista suelto que no sabe lo que significa estar  en una biblioteca.
También me pasé por la tienda de souvenirs, donde me planteé comprarme algún que otro libro, justo antes de recordar el poco espacio que me quedaba en la maleta. Al salir me quedé contemplando un rato la majestuosidad de los leones de la entrada.

Decidí dirigirme hacia el puerto a ver si podía llegar a la Estatua. No hubo suerte. El único ferry que se desplazaba hacia allí costaba 35USD que no estaba dispuesta a pagar y además me rompía todo el horario, ya que debía estar a las 20h en el teatro. Así que me dí una vuelta por allí viendo los espectáculos y jugando en los columpios de un parque mientras daba de comer a las ardillas. También descubrí la estatua del águila que simboliza los Estados Unidos de América.

Cuando me cansé de jugar decidí ir andando hacia Times Square. Justo enfrente de la estación de ferrys había un puesto con muchos llaveros. Como había prometido uno, me dediqué a mirarlos un rato, pero me parecieron demasiado grandes. Al ver que me iba sin nada, el dueño del puesto empezó a preguntarme porqué no cogía nada... y por algún motivo derivó en que el señor intentaba convencerme para que le diera mi número de móvil, que su compañero tenía una tarifa plana para llamar a España y que no le importaba pagarla... en fin, me sacó otros llaveros que tenía guardados y me llevé uno que tenía forma de manzana. El señor siguió insistiendo con el teléfono pero usé mi excusa favorita: si el destino es que nos encontremos de nuevo, ya se encargará él de reunirnos. (Lo cierto es que una vez usé esa excusa y al cabo de dos días me encontré con el sujeto en cuestión... pero me cambié de acera y no me vió).

A continuación me fui hacia el teatro y me dispuse a disfrutar del espectáculo. El teatro no estaba mal, muchas luces y fantásticas vistas de Times Square (es todo acristalado). Tenían puesta una máscara enorme de Mufasa en las escaleras, el traje de Scar (muy elaborado) en una vitrina en la planta superior y una figura a imagen real del personaje de Rafiki en la entrada.
Mi asiento era de lo mejorcito. Fila 7, prácticamente centrado y con una buena perspectiva de los personajes... que apenas estarían a 3 metros.
La obra... ESPECTACULAR. Desde luego nada que ver con nada que haya visto. Las voces magníficas y el canto claro, la puesta en escena es magnífica, tanto los decorados como los trajes, que realmente es un trabajo de ingeniería. El actor que hizo de Scar era genial, aunque mi preferido en este caso fue Mufasa. Timón y Pumba también estaban sembrados. Los trajes eran una mezcla de humano y animal mecánico, con lo que se conectaban por cables para que cuando el actor moviera la cabeza real, también se moviera la que era máscara del animal. Otros animales secundarios eran mitad-mitad. Realmente es una lástima que no pudiera tomar ninguna foto.
En fin, increíble, una gran función y muy buen trabajo. Mereció la pena con creces. Salí de allí muy contenta y tarareando las canciones.

Finalmente llegué al hotel donde me esperaba Nekrolite con cierta incredulidad (y algo de preocupación... era casi medianoche). Nos intercambiamos la información del día. Curiosamente podríamos habernos cruzado en más de una ocasión, pues habíamos estado en sitios similares. Me fuí a dormir enseguida con el ritmo de "El ciclo de la vida" todavía palpitando en mi cabeza.

Sweet dreams!

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